día 16. guerande-malestroit



Hoy salimos hacía Le Croisic, municipio de la llamada Costa Salvaje, en realidad en una península, bastante turística  y con algunas cosas que ver.

Había mansiones, menhires, piedras con formas curiosas y bastantes kilómetros de costa.

Al final  optamos simplemente por dar un paseo por el  pueblo.

Faro de Jetee du Tréhic
Faro de Jetee du Tréhic

Dimos un paseo por el pueblo, que estaba bastante bien.

Asistimos a una escena de una señora arrasando con todos los folletos de la oficina de turismo.

Y visitamos el faro de la Jetee du Tréhic.

Nuestro siguiente destino es un pequeño pueblo, en el que el rio Vilaine hace un estuario y puerto natural.

Estas excepcionales circunstancias fueron aprovechadas por el Vikingo Bern-Hart en el siglo IX para hacer sus incursiones en la Bretaña.

Si le añadimos la gran roca de la foto, adivinamos fácilmente el origen del  topónimo.

La Roche Bernard.

La Roche Bernard
La Roche Bernard

Salimos del pueblo y cruzamos un puente altísimo.

Justo al lado encontramos un área de piqué-niqué y como ya es hora de comer…

Después de comer ponemos rumbo a Rochefort en Terre, uno de los pueblos más bonitos de Francia: ostenta títulos como el de Petite Cité de Caractère, Les Plus Beaux Villages de France y 4 flores en Villes et Villages Fleuris

Es decir, uno de esos municipios  donde realmente no vive nadie y todos los edificios son históricos y que te transportan a la Edad Media, si no fuera por los miles de turistas y los puestos  de Souvenirs.

En la oficina de turismo cogimos un folleto en español que te guiaba por los lugares más representativos.

Como el lavadero o la original iglesia de  nuestra señora de la Tronchaye.

Que es algo  así como nuestra señora del tronco.

Según la leyenda, en el siglo IX (invasiones normandas) un sacerdote escondió una imagen de la virgen amamantando al niño en el hueco de un  viejo tronco para ponerla a salvo de los saqueos.

Dos siglos después, una pastora encontró la talla en el mismo sitio, escena que podemos ver  en la vidriera.

Sin embargo el lugar más misterioso de todos, fue en medio de un bosque, donde encontramos la capilla de San Miguel de la Grete.


Para merendar le dimos a Alejandra el capricho de  comerse un crepe con chocolate, del que tenía antojo.

Por último nos hicimos  una foto de despedida y nos  fuimos a Malestroit a dormir a un área.