Día 13. París

Nos disponemos a ver París en pleno 14 de julio, día de la fiesta nacional, que conmemora la toma de la Bastilla por parte del pueblo llano en 1789, todo un símbolo de la Revolución Francesa.

Lo mejor de nuestro lugar de pernocta es que está junto a unos jardines y zonas deportivas y al lado de una boca de metro.

Así que sacamos un talonario de billetes de adulto y otro de niño y a ver la ciudad.

El primer sitio al que vamos, no podía ser menos, es la Torre Eiffel. Construida por Gustave Eiffel para la expo de 1889, mide 324 metros y está enclavada en los campos de Marte a orillas del Sena. Fue durante 41 años el edificio más alto del mundo y se construyó en solo dos años. Es la muestra de cómo el hierro revolucionó la forma de construir.

Para ser el monumento más visitado del mundo, gracias a que es 14 de julio, no hemos hecho cola. Por 13 euros hemos subido por las escaleras y evidentemente las vistas son espectaculares.

Desde allí, dando un paseo, nos desplazamos hasta los Inválidos, hotel del siglo XVII construido por Luis XIV para los tullidos en guerra sin hogar. Acoge la tumba de Napoleón Bonaparte y de su hermano José I (rey de España). Además es el museo nacional del ejército, que al ser fiesta nacional es gratuito, así que entramos directamente a ver la historia bélica de Francia desde la guerra franco-prusiana (1870) hasta la II Guerra Mundial (1945) que para mi gusto era el período más interesante.

En la calle había un gran ambiente festivo y estaba reunido lo mejor del ejército francés, con sus tanques, helicópteros, etc.

A medio día nos fuimos en metro a la isla de la Cité a ver la catedral de Notre Dame, el edificio gótico más famoso del mundo. De proporciones perfectas es un auténtico manual de historia del arte con sus arbotantes, contrafuertes, arcos ojivales y vidrieras.

A Julia le contamos la historia de Quasimodo y Esmeralda que escribió Víctor Hugo, pero sin el final trágico, de la novela romántica en el que todos mueren.

Antes de entrar en la catedral nos acercamos a un bar a ver el final de etapa del Tour en el Mont Ventoux, en el que Froome sentenció el Tour de 2013.

Después, agotados por el pateo y el calor, cogimos nuevamente el metro y nos fuimos a la autocaravana

La Torre Eiffel

Los Inválidos

Notre Dame