Día 15. París-Montargis

Nos despedimos de París sabiendo que nos quedaba mucho por ver y pensando en volver algún día, si puede ser en otra época del año menos calurosa.

Nos dirigimos a Provins, un pequeño pueblo a una hora de París.

Provins fue la capital de los condes de Champagne en los siglos XII y XIII, condes que rivalizaban con los reyes de Francia en la época feudal.

Estos señores feudales embellecieron la ciudad, pero en el siglo XIV, coincidiendo con el auge de las monarquías autoritarias en Francia, el condado fue definitivamente anexionado al reino de Francia y Provins se quedó tal cual aislada de los acontecimientos históricos.

Por lo que ir a este pequeño pueblo es como trasladarse al siglo XII.

De hecho 58 de sus construcciones están catalogadas como monumento histórico y la ciudad entera está declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

A llegar nos encontramos un pueblo transformado para el turismo, con una oficina de turismo enorme y unos aparcamientos para autobuses y área para autocaravanas. Al entrar en la oficina nos informan lo que nos temíamos, todos los monumentos son de pago (menos la Iglesia) y hay unos espectáculos con actores que escenifican batallas medievales y cosas así.

Nos negamos a pagar y decidimos dar una vuelta por el pueblo. La entrada de los tres costaba unos 30 euros y no entraban los espectáculos.

El pueblo estaba prácticamente vacío, solo a mediodía llegaron unos autobuses de niños de alguna escuela de verano.

La verdad es que el pueblo merece la pena. Las murallas son una maravilla y la Torre del César parece sacada de una película del rey Arturo. Sí que entramos en la colegiata de Saint Quiriace, que quedó inacabada debido al auge y declive de esta ciudad medieval.

Comimos en el área de ac (que era de pago) y seguimos hacía el sur con el objetivo de hacer algunos kilómetros ya de vuelta. Buscábamos un camping para hacer colada, vaciar y llenar porque nos habíamos quedado sin agua el último día en París. Vimos cuatro campings municipales hasta que nos decidimos a quedarnos en el del Montargis.

Un camping muy tranquilo, atendido por un muchacho negro muy simpático, que estuvo todo el día haciéndonos bromas.

Cenamos unos pinchos morunos porque Leles tenía el antojo desde que se los vio comer a un alemán en el camping de Amboise.

Hicimos la colada y Julia jugó un rato en el parque.

 

Aparcamiento del castillo de Vicennes

Provins